El sudafricano Elon Musk aún no tuiteó sobre la adquisición del 9,2% del paquete accionario que posee de la red social estadounidense Twitter, lo que para un ávido tuitero parece algo irónico, pero muchos creen que esa actitud pasiva no le durará mucho tiempo.
Su primer movimiento fue lanzar una encuesta, preguntando si la gente quería un botón de edición, algo que se pide desde hace mucho tiempo y quizás algo que él personalmente necesita.
De hecho, Twitter confirmó este martes que trabaja en una opción de edición, algo que respondería al pedido de Musk.
El director ejecutivo de la plataforma, el indio-estadounidense Parag Agrawal, informó en un tuit que «a través de conversaciones con Elon durante las últimas semanas, nos quedó claro que aportaría un gran valor a nuestra Junta».
Más tarde, Musk respondió: «Estoy ansioso por hacer mejoras en el gigante de las redes sociales».
Una participación más que importante
La participación del 9,2% de Musk en la empresa de redes sociales puede parecer pequeña, pero Dan Ives, de la firma analista Wedbush, la describe como «alucinante», lo que equivale a 73,5 millones de acciones de la empresa.
Las acciones en la plataforma se dispararon luego de que se revelara el lunes que el fundador de Tesla se había convertido en el mayor accionista de la compañía, lo que significa que el valor de la participación ya aumentó y ahora vale más de US$3.000 millones.
La participación accionaria de Musk es cuatro veces mayor que la del fundador de Twitter, el estadounidense Jack Dorsey, quien renunció como director ejecutivo en noviembre.
Ives cree que el empresario sudafricano ahora tiene sus ojos «puestos con láser» en Twitter, y su participación significativa lo verá impulsar «un papel activo» en la gestión de la empresa.
«Esperaríamos que esta participación pasiva sea solo el comienzo de conversaciones más amplias con la junta y gerencia de Twitter que, en última instancia, podría conducir a una participación activa y un rol de propiedad potencialmente mucho más agresivo», puntualizó Ives.
De hecho cuando Musk tiene una idea, a menudo recurre a Twitter para expresarla. Y eso que a lo largo de la historia tuvo una especie de relación de amor y odio con la red social.
El sudafricano es un tuitero frecuente, con más de 80 millones de seguidores, y no es ajeno a la controversia en sus interacciones en el sitio.
La plataforma parece adaptarse a su personalidad impulsiva: el año pasado preguntó si debería vender el 10% de sus acciones en su empresa de autos eléctricos Tesla, a lo que los usuarios de Twitter respondieron que sí. Esto llevó a Musk a vender alrededor de US$5.000 millones en acciones de la empresa en noviembre.
Meses antes ofreció firmar un cheque de US$6.000 millones si el Programa Mundial de Alimentos (PMA) explicaba cómo se utilizaría para solucionar el hambre en el mundo, tras una declaración del jefe del programa de la ONU.
Pero tuitear también lo metió en problemas: una publicación de 2018 sobre las acciones de Tesla desató una investigación de la Comisión de Bolsa y Valores (SEC, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos que terminó con un acuerdo para que los abogados de la empresa aprobaran previamente ciertos tuits. No está claro si eso realmente sucede.
Curiosamente, el Wall Street Journal informó que sus archivos compartidos de Twitter con la SEC, que en circunstancias normales incluirían una línea que dice que no tiene la intención de influir en la empresa, venían con una marca que decía: «No aplica».
El momento del acuerdo también generó dudas y pondría a Musk otra vez en desacuerdo con los reguladores financieros.
Su inversión en Twitter se presentó el 14 de marzo, pero no se anunció hasta esta semana. La ley de valores estadounidense exige la divulgación dentro de los 10 días posteriores a la adquisición del 5% de una empresa.
Libertad de expresión
Musk usa Twitter no solo como un indicador de cómo dirige sus propias empresas, sino también cada vez más para medir la temperatura de la nación.
El mes pasado, después de presentar su inversión ante la SEC pero antes de que su participación accionaria se hiciera pública, preguntó a los usuarios «si creían que la libertad de expresión era esencial para el funcionamiento de una democracia y si Twitter se adhiere a este principio».
Howard Fischer, socio del bufete de abogados Moses & Singer, señaló en diálogo con la agencia de noticias Reuters que, dado que ya había comprado una participación en Twitter, estas preguntas podrían verse como una forma de manipulación del mercado. «Sospecho que la SEC va a analizar detenidamente si pueden presentar cargos de manipulación, junto con la falta de presentación», remarcó.
Agrawal claramente está observando cada uno de sus movimientos. En respuesta a su encuesta de botón de edición, que actualmente tiene 2,6 millones de respuestas, instó a los votantes a hacerlo «con cuidado».
«Las consecuencias de esta encuesta serán importantes», alertó haciéndose eco de las mismas palabras que usó Musk después de lanzar su encuesta de libertad de expresión en Twitter.
Jack Dorsey siempre había rechazado la idea, y los críticos señalan que podría permitir a las personas cambiar fundamentalmente el significado de los tuits después de haberlos compartido.
Durante un tiempo el mes pasado, parecía que tenía la intención de construir una nueva plataforma de redes sociales como rival de Twitter.
El experto en redes sociales Casey Newton señala que no es la primera vez que una gran empresa de tecnología mira a Twitter.
El presidente ejecutivo de Microsoft, el estadounidense Steve Ballmer, compró una vez una participación del 4% de la compañía «y esencialmente no hizo nada con ella».
«Ballmer nunca tuiteó como lo hizo Musk: alegremente, molesto, constantemente», agregó Newton.
Pero lo más probable es que sea desde esta cuenta de Twitter Musk le haga saber al mundo lo que piensa hacer a continuación. Hasta ahora toda una incógnita.